Bab El-Amud

Si van en tranvía a la Ciudad Vieja de Jerusalén, saben que han llegado a la parada correcta cuando es anunciada en tres idiomas: Damascus Gate en inglés, Shaar Shjem (Puerta de Siquem) en hebreo y Bab El-Amud (Puerta de la Columna) en árabe. Y aunque no presten atención al anuncio, es fácil reconocerla si miran por la ventana, la más grande y más vistosa de las ocho puertas de las murallas que rodean la ciudad.


Los nombres en inglés y en hebreo son claros. De allí partía el camino a Siquem, por un período la capital del Reino de Israel (hoy la ciudad palestina Nablus). Desde Siquem continuando en la misma dirección, en otras épocas se podía llegar a Damasco. Era común que las puertas de una ciudad antigua tomaran el nombre de la ciudad importante a la cual conducían. Por ejemplo, otra de las ocho puertas, la Puerta de Jaffa, se llama así porque conduce a Jaffa, en otro tiempo la principal ciudad portuaria donde desembarcaban los peregrinos que venían a Jerusalén. ¿Pero por qué "Puerta de la Columna"?

En una aldea jordana llamada Madaba, se encontró en 1884 un enorme mosaico que enseña el mapa de la Tierra Santa en el siglo VI. En el mapa, a mayor escala que el resto de Tierra Santa, se encuentra la ciudad de Jerusalén, incluyendo la puerta principal que conduce a una plaza en la que se ve, cómo no, una gran columna. Véase en el extremo izquierdo de la siguiente imagen, la puerta más grande en gris y la columna en negro. De allí salen dos calles en blanco y dorado, rodeadas de columnas más pequeñas en blanco.


Hoy en día, pocos metros después de la entrada hay una bifurcación, parecido a lo que muestra el Mapa de Madaba. Si siguen por la calle de abajo llegan a un edificio representado en el centro y a mayor escala que el resto de la ciudad. Es evidente que para quien creó el mosaico, ese era el edificio principal en la ciudad más importante. Se trata del Santo Sepulcro. Muchos peregrinos dirigen sus pasos a la famosa iglesia entrando por la Puerta de San Esteban y continunado por la Vía Dolorosa, el camino que siguió Jesús, sin duda una experiencia religiosa única. A mí me gusta más entrar por la Puerta de Damasco, me parece asombroso y emocionante poder llegar hasta allí guiándome por un mapa de hace 1500 años.

La Puerta de Damasco es uno de tantos ejemplos de cómo la historia de Jerusalén se amontona capa sobre capa. Fue construida por el Sultán Suleimán el Magnífico en el siglo XVI. Pero si antes de entrar, se paran un momento en el puente y miran hacia abajo desde el lado izquierdo, pueden apreciar parte de una puerta monumental, construida por el Emperador Adriano en el siglo II en el mismo sitio que la puerta actual. La dichosa columna también fue erigida en tiempos de Adriano, indicaba lo que hoy llamaríamos "kilómetro cero", el punto desde donde se contaba la distancia a otras ciudades. El nombre árabe, Bab El-Amud, conserva el recuerdo de aquel ornamento desaparecido, el recuerdo de una ciudad de templos romanos (135 a 326 D.C.) y de una ciudad de iglesias bizantinas (326 a 638 D.C.).


Trivia: ¿Qué parte importante de la ciudad no aparece en el Mapa de Madaba y por qué?

El sospechoso de siempre

Suelo ponerme nervioso en los aeropuertos. Eso no me ayuda a pasar más ligero los controles de seguridad israelíes. Tengo la sensación de que los controles más o menos aleatoreos que a veces hacen al bajar del avión antes de llegar a migraciones, siempre me tocan a mí. Como ya los espero, no me aguanto y miro de reojo a los guardias de seguridad. Estos notan que los estoy mirando y naturalmente me detienen para interrogarme. Lo mismo a la partida desde Ben Gurión, me paran antes de llegar al check in. Alguna que otra vez me ha salvado mi madre. Basta que diga "es mi hijo" con su hebreo cargado de un muy marcado acento sudamericano, con un sólo vistazo a la señora de lentes que me reclama, comprenden en seguida que no constituyo ninguna amenaza para la nación.

Se ve que mi apariencia no es tan apacible como la de mi señora madre y despierta sospechas de diversa índole. Por ejemplo aquella vez en el aeropuerto de Taipei, Taiwán. Llevaba una semana durmiendo tres o cuatro horas por noche, tenía unas ojeras que me llegaban hasta las rodillas y no me había afeitado. Cuando el guardia de El-Al me hacía las preguntas de rutina, medio atontado por el cansancio pedía que las repitiera una y otra vez. El muchacho debió pensar que era otro el motivo y me aclaró: "no nos importa si llevas drogas, sólo queremos estar seguros que no llevas explosivos".


En mi último viaje (vuelo con mi hermana a Amsterdam), ya más experimentado, sabía que la clave para pasar rápido los controles es mantener la calma. Pero la chica de seguridad no estaba convencida que yo fuera el mismo personaje que aparece en la foto de mi pasaporte. Para convencerla le enseñé mi teudat zeut israelí, mi cédula de identidad uruguaya, mi carnet de estudiante, mi tarjeta magnética para viajar en tren (viene con foto) y hasta mi identificación como soldado retirado. En ese orden. No sabía que llevaba tantas identificaciones en la billetera. Y aún así la chica de seguridad - que sospecho era nueva - no terminaba de convencerse. Mi hermana se reía de mí. Llegó a las preguntas típicas, si tengo familiares en Israel, cómo se llaman, etc. Respondí que tengo un primo en Haifa pero no me acordaba el nombre. Mi hermana que seguía muy entretenida le dijo el nombre. Yo la desafié a ver si se acordaba del nombre de la nueva esposa de nuestro primo. Vamos, si ya estamos jugando al quiz, pongamos preguntas más difíciles. Al final llegó el supervisor y nos dejó pasar al instante.

Menos jocosa fue la experiencia al retorno con la seguridad del aeropuerto de Amsterdam (¿O eran de KLM?). Nos hicieron pasar a cada uno por un cilindro que parecía de ciencia ficción, separar las piernas y alzar las manos, para un escaneo completo de pies a cabeza (¿rayos X?¿detector de metales?). Al salir del cilindro un holandés alto y grandote pide permiso para continuar la revisión (¿qué ocurre si alguien se la niega?). Como si lo anterior no fuera suficiente, también te palpan a mano. Holanda es un país que vive en paz desde la Segunda Guerra Mundial, Israel está ante continua amenaza. Y sin embargo el interrogatorio israelí, incluso cuando se alarga y se torna molesto, es mucho menos agresivo e invasivo que el método holandés y que el de muchos otros países. Apuesto a que es también más efectivo. Así que damas y caballeros, sepan comprender y disculpen la molestia.

En fin, en cualquier aeropuerto de Israel o el mundo, la clave para pasar los controles de seguridad sin mayores contratiempos es mantener la calma.

La Mona Lisa de Galilea

En el Museo del Louvre de París hay un cuadro muy especial con el retratro de una mujer. Una de las tantas peculiaridades de ese cuadro es que, no importa desde qué ángulo uno mire a la mujer retratada, siempre ella devuelve la mirada. O al menos eso parece. Ese cuadro se llama La Mona Lisa, y su autor es Leonardo Da Vinci.

Esa extraña sensación se debe a una avanzada técnica pictórica que, según casi todas las enciclopedias de arte, tiene su origen en el Renacimiento. Pero hay algo que muchas de esas enciclopedias ignoran. En 1986 una delegación arqueológica de la Universidad Hebrea de Jerusalén descubrió en una de las casas de la antigua ciudad de Séforis (Tzipori), en Galilea, el siguiente mosaico que data del siglo III d. C:


La mujer que aparece en el mosaico de Séforis está hecha exactamente con la misma técnica empleada por Da Vinci. Por ese motivo los expertos la bautizaron con el nombre de la Mona Lisa de Galilea. Actualmente este mosaico es una de las grandes atracciones de interés con los que se encuentra el turista que visita Galilea, en el norte de Israel.

Séforis fue durante los siglos II y III d. C. la principal ciudad judía de Israel, que en esa época todavía se encontraba bajo dominación romana. Destacados tanaím -Rabí Yosi, Rabán Shimón ben Gamaliel y Rabí Yehuda Hanasí, entre ellos- vivieron en Séforis. Fue también la sede del Sanedrín durante la primera mitad del siglo III.

La relación entre la arqueología y las fuentes escritas no suele ser un acontecimiento frecuente. Dice la Torá: "Cara a cara habló el Eterno con vosotros en el monte, en medio del fuego" (Deuteronomio 5:4). Este versículo fue cuestionado por los alumnos de Rabí Yojanán, un importante taná, quienes se preguntaron cómo es posible que Dios hable con cada uno "cara a cara", es decir, por separado. La asombrosa respuesta de Rabí Yojanán cobra relevancia en el hallazgo arqueológico: "Así como el icono de esa mujer mira a todos y a cada uno, incluso si la miran mil personas a la vez, y cada uno siente que ella le devuelve la mirada, del mismo modo Dios habló con todos en el monte" (Pesikta Rabati, Éxodo).

Rabí Yojanán vivió en el siglo III d. C. en la ciudad de Séforis. La casa en la que se encuentra el mosaico de la mujer data del siglo III d. C. Significa esto que existe la posibilidad de que Rabí Yojanán se encontrara frente a la Mona Lisa de Galilea en el momento en que daba la respuesta a sus discípulos. O como mímino conocía ese mosaico.

El mosaico -hecho con más de un millón de piedras de 28 colores- se encuentra en el triclinium de una enorme casa de dos pisos con jardín frente al teatro de la ciudad. Debido a que se trata de la casa más grande y lujosa hallada en Séforis se sospecha que pudo haber sido la casa de recepción del gobernador romano o de un gentil acomodado.

¿Quién era esa mujer? ¿A quién pertenecía realmente la casa? ¿Por qué un importante rabino del siglo III d. C. hace una analogía entre el mosaico de la casa de un gentil y el mismísimo Dios? El innegable hecho de que Rabí Yojanán conocía el icono es motivo suficiente para plantearse esos y otros muchos interrogantes. Pero eso es tema para otro post.

Cardo de Séforis