Así dijo Ciro

El Cilindro de Ciro (539 A.C.): uno de los documentos más importantes de la historia del pueblo judío y de la humanidad. Otra entrega de nuestra serie "Quién ganó", esta vez directo desde el Museo Británico en Londres:




"Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba." Crónicas 36:23

(VII) El periodo de entretemplos

Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos recordando a Sion
(Salmos 137:1).

La destrucción de Jerusalén y el asesinato de Guedalia (año 586 a. C.) marcaron el fin de la autonomía judía en la tierra de Israel. Terminaba de este modo el periodo del Primer Templo y comenzaba el exilio en Babilonia.  

¿Cómo vivían los judíos en Babilonia? ¿Cuáles fueron sus elementos de identidad? ¿Qué los distinguía como judíos y los diferenciaba de la población local? El Tanaj no ofrece muchos detalles sobre la vida de los exiliados -se limita a decir que lloraban junto a los ríos de Babilonia "recordando a Sion"- y las fuentes extrabíblicas sobre esta época escasean. 

Existe, sin embargo, un archivo compuesto por más de 100 tablillas de escritura cuneiforme que datan de los siglos VI-V a. C. Se trata de una colección de documentos legales que reflejan las transacciones comerciales, casas y campos de arrendamiento, direcciones y herencias de los exiliados de Judá que se habían establecido en varios asentamientos entre los ríos Tigris y Éufrates. El archivo se llama Al Yahudu en referencia al nombre que las fuentes babilónicas utilizaban para describir Jerusalén. Al Yahudu era la nueva Jerusalén de Babilonia, la principal ciudad judía en el exilio.

En el archivo de Al Yahudu, que contiene decenas de nombres propios, la identidad judía de los exiliados se manifiesta en el uso de los elementos teofóricos Yahu o El en los nombres. De este modo, aparecen con bastante frecuencia nombres como Shemayahu, Netanyahu o Shaaltiel. Estos mismos documentos demuestran, sin embargo, que a partir de la segunda generación de exiliados -aquellos que nacieron ya en Babilonia-, comenzó a producirse una combinación teofórica judeo-babilónica en los nombres (Nabu Utzur ben Delayahu, Nabu Sar Utzur ben Shaaltiel).

Este fenómeno refleja claramente la tensión entre, por un lado, el intento de preservar la cultura judía en el exilio y, por otro, la necesidad -en ocasiones también la voluntad- de integración en la sociedad babilónica. En este sentido, la vida judía en Babilonia parece haberse visto fuertemente influenciada por la carta que envío el profeta Jeremías a los exiliados a principios del siglo VI a. C.:

Construid casas y vivid en ellas, plantad huertos y comed el fruto de ellos. Tomad mujeres y engendrad hijos e hijas, y tomad mujeres para vuestros hijos y dad vuestras hijas a maridos, para que críen hijos e hijas, y multiplicaos ahí, y no os dejéis disminuir (Jeremías 29:5-6).

(VI) La conquista de Nabucodonosor y el asesinato de Guedalia

El rey Sedequías, hijo del reformador Josías, forjó una alianza con Egipto y se rebeló en contra de Babilonia en el año 589 a. C., negándose a pagar tributo al rey Nabucodonosor. Se desconoce el verdadero alcance de esta rebelión, pero Sedequías y sus asesores nunca se hubiesen atrevido a declararle la guerra a Babilonia, que ya había vencido a Judá con anterioridad, sin el apoyo de una gran coalición formada por otros reinos de la región, como Tiro, Sidón, Amón o Moab. Nabucodonosor tomó represalias militares para sofocar la rebelión, y el 10 de tevet del año 588 a. C. sitió la capital del reino de Judá

Y ocurrió en el mes décimo, el día diez del mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén, y acamparon frente a la ciudad y construyeron torres a su alrededor, de modo que la ciudad fue sitiada en el año onceno del rey Sedequías (Jeremías 52:4-5).

Un año y medio después, el 9 de av del año 586 a. C., habiendo derribado las murallas de Jerusalén, quemó el ejército de Nabucodonosor el Templo de Salomón.


Torre de vigilancia israelita destruida durante la conquista de Babilonia alrededor de la cual se han encontrado restos de flechas del ejército de Nabucodonosor (586 a. C.)

Al terminar la guerra, y como castigo por haberse sublevado, los líderes judíos fueron deportados a Babilonia. En Judá, ya sin Templo, Nabucodonosor escogió a un antiguo asesor de Sedequías llamado Guedalia ben Ajikam -que al parecer se había opuesto a la rebelión desde el principio- para gobernar a la población rural que no había sido exiliada. Pero Guedalia no era miembro de la dinastía davídica y el pueblo no aceptó su nombramiento. El 3 de tishrei del 586 a. C., dos meses después de la destrucción del Templo, Guedalia fue asesinado por un grupo de judíos opositores.

Tras el asesinato de Guedalia, la mitad de los campesinos de Judá huyeron a Egipto llevándose consigo al profeta Jeremías en contra de su propia voluntad. La otra mitad, para demostrarle lealtad al rey Nabucodonosor, decidió trasladarse a Babilonia. De este modo quedó la tierra de Judá desolada* durante un periodo de 70 años, sin judíos y sin Templo.

* El ayuno de Guedalia, instituido por los sabios de la siguiente generación, no conmemora el asesinato de Guedalia, sino la pérdida de la autonomía judía en Israel y la desolación de la tierra que duró 70 años.

(V) ¿Existió el Primer Templo de Jerusalén?

El Templo de Salomón siempre ha cautivado la imaginación de arqueólogos e historiadores. La Biblia es su única fuente, y los restos arqueológicos que atestiguan su existencia son escasos y tardíos. Una de las mayores controversias en el campo de la arqueología bíblica es la que genera el estudio de la monarquía unificada en cuyo periodo, según la tradición, fue construido el Primer Templo de Jerusalén.

En Israel, la disputa académica gira en torno a dos objetos de investigación principales: la existencia de una casa real davídica y, por otro lado, la existencia del reino de David. Y hacer esta distinción es importante. Porque es posible que haya existido un líder llamado David, pero que su reino, sin embargo, no alcanzara la extensión y el esplendor descritos en los libros de la Biblia. Una inscripción del siglo IX a. C. hallada en el yacimiento de Tel Dan confirma que ya existía una casa real vinculada al nombre de David cien años después de la muerte de Salomón.


La Estela de Dan descubierta en 1993
en la que se lee la inscripción "casa de David"

Los arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén tienden a ser favorables a la existencia del reino de David de acuerdo a las descripciones del Tanaj. Por el contrario, los arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv muestran al respecto una postura minimalista: no niegan la existencia de David y Salomón, pero postulan que en esa época Jerusalén era una pequeña aldea rural de las colinas de Judá, sin el poder y la riqueza pretendidos en el relato bíblico. 

No hay consenso en el mundo académico sobre si Jerusalén ya era una ciudad densamente poblada antes del siglo VII a. C., momento en que llegan los refugiados del reino del norte. Tampoco hay restos arqueológicos que corroboren la existencia de un templo en el monte Moriá antes del siglo VIII a. C., cuando comienzan las reformas de Ezequías.

¿Existió el Primer Templo de Jerusalén? Sí, y fue destruido por Babilonia en el año 586 a. C. Se han encontrado pruebas relacionadas con el trabajo cotidiano en el Templo durante los siglos octavo y sexto antes de la era común: restos de huesos de animales, jarras de aceite, sellos con nombres de funcionarios reales, un ostracón en hebreo con referencias a la "Casa de Yahvé en Jerusalén", etc. Nada indica, sin embargo, que este templo haya sido necesariamente construido por el rey Salomón.


Maximalismo vs. minimalismo bíblicos: 
Eilat Mazar (Universidad Hebrea de Jerusalén) 
Israel Finkelstein (Universidad de Tel Aviv)

(IV) Las reformas de Josías y la centralización del culto a Yahvé

A pesar de la existencia del Templo de Jerusalén, construido por Salomón, la idolatría continuaba siendo una práctica común en el reino de Judá. En varios yacimientos arqueológicos judaítas, como Tel Arad o Tel Beersheva, se han encontrado restos de templos y altares destinados al culto religioso.

En el año 622 a. C., el rey Josías, descendiente directo de David, decidió erradicar los santuarios de culto extranjero o sincretista de la periferia del reino. Pero la reforma de Josías no se limitó a la destrucción de los templos rurales. Sus medidas generaron la primera gran revolución en la historia del judaísmo: la adoración exclusiva a Yahvé en un único lugar (Jerusalén), la observancia centralizada y nacional de las principales fiestas judías (Pésaj, Shavuot y Sucot) y la aprobación de un conjunto de leyes sobre la justicia social y el bienestar personal.

Templo rural judaíta hallado en las excavaciones
de Tel Arad (siglo VIII a. C.)

La centralización del culto a Dios en Jerusalén se vio también influenciada por un repentino e inesperado descubrimiento. Durante la remodelación del Templo, ordenada por Josías al sumo sacerdote a finales del siglo VII a. C., fue hallado un libro de leyes que la tradición atribuye al propio Moisés: el Libro del Deuteronomio o segunda ley,

Esta segunda ley, que da origen a la tradición deuteronómica de la Biblia, enfatiza la importancia de Jerusalén como capital nacional y religiosa del pueblo judío. El Deuteronomio fue hallado -o escrito- precisamente en un periodo de crisis de unidad de Israel.

Y subió el rey al Templo de Dios con todos los hombre de Judá y todos los moradores de Jerusalén, y los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo, y leyó ante ellos todas las palabras del Libro del Pacto que había sido hallado en el Templo de Dios. Y el rey, de pie sobre una plataforma, hizo un pacto ante Dios para guardar sus mandamientos, testimonios y estatutos con todo su corazón y toda su alma en confirmación de las palabras del pacto escrito en el libro. Y todo el pueblo se adhirió a la alianza (2 Reyes 23:2-3).

Como parte de sus reformas, ordenó Josías que todos los sacerdotes y levitas se trasladaran a Jerusalén para dedicarse plenamente al trabajo sagrado en el Templo. Según el arqueólogo Israel Finkelstein y el historiador Neil Silberman, las reformas llevadas a cabo por el rey Josías establecieron los cimientos del judaísmo y el cristianismo del futuro.

(III) Los refugiados del reino del norte y la Pascua en Jerusalén

Mapa del reino de Israel (norte) y del reino de Judá (sur)
hacia finales del siglo VIII a. C.

Tras la caída del reino de Israel en la guerra contra Asiria (722 a. C.), el rey Ezequías de Judá hizo un llamamiento invitando a todos los supervivientes del norte a refugiarse en sus fronteras. La rivalidad histórica entre los dos reinos hebreos, originada tras la muerte de Salomón, había quedado en el pasado y era el momento perfecto para la reconciliación.

Y envió Ezequías cartas a todo Israel para que vinieran a la Casa de Dios en Jerusalén para celebrar la Pascua al Eterno, el Dios de Israel (2 Crónicas 30:1).

Muchos refugiados se trasladaron a Jerusalén para ofrecer en el Templo el sacrificio pascual y luego se asentaron en la ciudad de forma permanente. Los hallazgos arqueológicos demuestran que en el período que siguió a la destrucción de Israel la población de Jerusalén se quintuplicó. El arqueólogo Nahman Avigad, en su excavación de 1970, descubrió un espeso muro datado en la época de Ezequías que da fe de la expansión hacia el oeste de la ciudad. Dan Bahat, uno de los más prestigiosos investigadores de la historia de Jerusalén, está convencido de que el objetivo de la muralla era acomodar a los refugiados provenientes del reino del norte, además de reforzar la ciudad ante el avance de las tropas asirias.

La muralla de Ezequías descubierta en Jerusalén por Nahman Avigad
en las excavaciones arqueológicas de 1970

La llegada masiva de refugiados del norte fue el detonante de un proceso de reformas políticas y religiosas iniciado por Ezequías durante su reinado y culminado por su bisnieto, el rey Josías, un siglo después con la destrucción de todos los templos de culto pagano. La principal finalidad de las reformas era apuntalar las pretensiones del reino de Judá (sur) como único legitimado para liderar al pueblo judío tras la debacle del reino de Israel (norte).

Por primera vez en trescientos años, desde la división de la monarquía unificada, todo el pueblo de Israel celebró la Pascua en el monte del Templo de Jerusalén, el lugar escogido por Dios.

Y toda la congregación de Judá, con los sacerdotes y los levitas, y toda la congregación que vino de Israel, junto con los extranjeros que vinieron de la tierra de Israel y los que vivían en Judá, estaban jubilosos de tal manera que había un gran regocijo en Jerusalén, porque desde tiempos del rey Salomón hijo de David no hubo nada parecido en Jerusalén (2 Crónicas 30:25-26).

(II) La decisión del rey David

No adoraréis al Eterno vuestro Dios sino en el lugar que Él escogerá 
(Deuteronomio 22:4-5).

En el desierto, antes de entrar a la tierra de Canaán, los israelitas construyeron un santuario temporal e itinerante -el Tabernáculo- para guardar el Arca de la Alianza. Al cruzar el río Jordán lo colocaron en una ciudad llamada Shiló, y allí permaneció durante 369 años hasta que fue destruido en la guerra contra los filisteos.

El Arca de la Alianza migró por todo el país, pasando por ciudades filisteas e israelitas. Finalmente el rey David la colocó en Jerusalén y santificó la ciudad. También levantó un altar para ofrecer sacrificios en el lugar escogido por Dios y preparó el proyecto para construir el Templo que más tarde finalizaría su hijo Salomón

¿Por qué escogió David el monte Moriá? La investigación histórica no ofrece una respuesta específica a este interrogante. Según una explicación, el monte ya era utilizado por los jebuseos en sus ceremonias paganas y esa tradición, con el tiempo, fue adoptada -y modificada- por el pueblo de Israel. La cercanía del monte con la Ciudad de David y la antigua costumbre de levantar centros rituales en lugares elevados también pudieron ser factores importantes. 

Desde el punto de vista rabínico, la decisión de David fue religiosa: el propio Dios escogió ese lugar. Además, la tradición judía relaciona ese monte con varios de los acontecimientos más importantes de la historia: la creación del mundo, la creación de Adán, el sacrificio de Isaac, el sueño de Jacob... Todo estos sucesos, según la interpretación rabínica, tuvieron lugar en la roca que se encuentra en la cima del monte Moriá, llamada la Roca de la Fundación.

Sobre esa roca erigió el rey Salomón el Templo de Jerusalén, en cuyo interior estaba, entre otros objetos importantes, el Arca de la Alianza. Durante el reinado de Salomón, caracterizado por ser una época de paz, la ciudad creció y se expandió hacia el norte, incluyendo el monte del Templo dentro de sus murallas.

Y me harán un santuario y moraré en medio de ellos (Éxodo 25:8).

Expansión de Jerusalén en la época del Primer Templo
En rosa: la Ciudad de David
En naranja: el monte de Templo (expansión realizada por Salomón)
En amarillo: expansión de la ciudad en el siglo VI a. C.)
En azul: la actual ciudad amurallada

(I) De la tierra de Moriá al monte Sion

Y aconteció después de estos sucesos que Dios puso a prueba a Abraham, dicéndole: "¡Abraham!". Y éste le contestó: "Heme aquí". Y le dijo: "Toma a tu hijo, a tu unigénito a quien amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moriá y ofrécelo allí en sacrificio sobre uno de los montes que te indicaré" (Génesis 22:1-2).

Hace unos 4 mil años, el patriarca Abraham, obedeciendo el mandato divino, caminó durante tres días junto con su hijo desde la ciudad de Beersheva hasta la tierra de Moriá. Sin embargo, el sacrificio de Isaac nunca tuvo lugar ya que, según la tradición judía, un ángel de Dios lo detuvo in extremis. La prueba de fe había sido superada. 

Siglos más tarde, según la Biblia, el rey David conquistó "la fortaleza de Sion" (2 Samuel 5:7) de mano de los jebuseos y la convirtió en la capital del reino bajo el nombre de Jerusalén. En uno de sus montes, llamado el monte Sion, construyó David un altar para ofrecer sacrificios. En ese mismo monte, tras su muerte, su hijo Salomón completó la construcción del Templo de Jerusalén. 

Según la tradición, también bíblica, Moriá y Sion son dos nombres diferentes que describen el mismo punto geográfico. El lugar en el que Salomón edificó el Templo de Jerusalén es exactamente el mismo lugar en el que, mil años atrás, Abraham había atado a su hijo Isaac con la intención de sacrificarlo. 

El Eterno de los ejércitos, que vive en el monte Sion (Isaías 8:18).

Sobre el monte Sion, que está desolado, caminan los zorros (Lamentaciones 5:18).

Con el devenir de los años el monte Moriá empezó a ser conocido también con otro nombre: el monte del Templo. ¿Y el monte Sion? El nombre Sion, que originalmente hacía referencia al mismo monte Moriá (es decir, al monte del Templo) se trasladó hacia una colina ubicada al oeste de la Jerusalén bíblica, actualmente fuera de las murallas de la ciudad.

El monte Moriá, el monte Sion y el monte del Templo son, históricamente, el mismo monte. Pero el término Moriá está ya en desuso y el monte Sion, a partir de la época bizantina, se identifica erróneamente con otra colina.

Mapa topográfico de Jerusalén
En rosa: la ciudad amurallada
En amarillo: el monte Sion
En rojo: el monte del Templo