Dos pisos

Sobre el que hoy llamamos Monte Sión se encuentra el edificio que a mi entender ejemplifica más que ningún otro la complejidad de una ciudad disputada por varias religiones, donde las tradiciones religiosas se superponen una sobre otra, piso sobre piso. Me refiero al edificio que en su primera planta alberga la Tumba del Rey David y en la segunda el Cenáculo (la Sala de la Última Cena).

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Jesús de Nazaret y el Rey David llevaban más de mil y dos mil años muertos, respectivamente, cuando fue construido por los cruzados en el siglo XII como parte de la Iglesia de Santa María en el Monte Sión (Hagia Maria). Lo cual no impide que las tradiciones acerca de estos dos personajes se arraigaran en el lugar. La tradición que ubicaba allí el lugar exacto donde tuvo lugar la Última Cena venía desde mucho antes, pero la del Rey David probablemente la comenzaron los cruzados. La yuxtaposición de ambos sitios en un mismo edificio es simbólica, según los Evangelios Jesús desciende del Rey David, por lo tanto puede ser el Mesías, es decir: el legítimo heredero al trono, el Rey de los Judíos. No es casual que los cruzados dedicaran la misma casa al fundador de la dinastía y a su sucesor final, el comienzo y el final de la Casa de David en el mismo lugar. En los cimientos David y el Reino de Israel, por encima Jesús y el Reino de los Cielos.

En el Siglo XIX arqueólogos europeos descubrieron que el Monte Sión y la Ciudad de David original están algunos cientos de metros más al este. Los hallazgos no impiden que los judíos sigamos rindiendo nuestro respeto a David en el sitio cruzado, la mayoría de los judíos que rezan allí ni saben que están continuando una tradición cristiana. Aunque las creencias cristianas surgieron a partir del judaísmo, en algunos casos sucede a la inversa.

Desde el Siglo XII en adelante el edificio pasó de manos entre cristianos, judíos y musulmanes. Continúa en disputa hasta el día de hoy. Una fascinante historia que involucra a varios imperios, a jordanos e israelíes, a Benito Mussolini y al Papa Pablo VI, entre otros. Tema del próximo post.

Continuará...

El primer cementerio (judeo) cristiano

Iglesia de Dominus Flevit, en el monte de los Olivos

Domingo, 10 de nisán, año 30. Jesús se acerca a Jerusalén desde Jericó montado sobre un asno. El pueblo, formado a ambos lados del camino, lo recibe con ramas de palma y cánticos de alabanza. Pero lo que comienza como una marcha triunfal finaliza cuando Jesús llega al monte de los Olivos y la hermosa vista del Templo de Jerusalén se extiende a sus pies. Una enorme emoción se apodera de él:

"Al acercarse y ver la ciudad lloró por ella, y dijo: -¡Ojalá en este día conocieras tú también el mensaje de paz! Pero está oculto y no puedes verlo. Porque llegará un día en que tus enemigos te roderarán con trincheras, te cercarán, te estrecharán por todas partes, te echarán al suelo, matarán a todos tus habitantes y no dejarán de ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo en el que Dios te ha visitado"
(Lucas 19:41-44).

La Iglesia de Dominus Flevit (el Señor lloró) fue erigida en el lugar donde supuestamente Jesús lloró y profetizó la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén, sobre el monte de los Olivos. Durante las excavaciones arqueológicas que precedieron a la construcción de la iglesia (1953-1955) fueron hallados un cementerio, que data de la época romana, y los restos de un antiguo monasterio bizantino. El arquitecto Antonio Barluzzi edificó la actual iglesia saltándose el habitual protocolo eclesial que establece que el ábside debe estar situado en el extremo oriental, es decir al este de la nave central. De este modo los fieles tienen la posibilidad de rezar exactamente en el mismo ángulo en el que Jesús se escontraba cuando se lamentó por el futuro de Jerusalén y, gracias a un enorme ventanal de cristal, contemplar la misma vista. La forma de lágrima de la capilla simboliza el llanto de Jesús por la destrucción de Jerusalén.

Vista de Jerusalén desde Dominus Flevit

En el patio de la iglesia hay un cementerio donde puede apreciarse una gran colección de osarios y sarcófagos. Algunos de esos osarios tienen signos cristianos evidentes, como la cruz o el crismón, lo que ha llevado a los franciscanos, que administran el lugar, a suponer que se trata del cementerio de la primera comunidad judeocristiana de Jerusalén.

La práctica de sepultar a los muertos en osarios comenzó aproximadamente unos treinta años antes del nacimiento de Jesús, más o menos a partir del reinado de Herodes el Grande. Los arqueólogos y teólogos sospechan que la creencia judía en la resurrección del cuerpo instigó a una acumulación y preservación de los huesos para el día del Juicio Final. La destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. puso fin a la tradición cada vez más popular de los osarios antes de que ésta se extendiera más ampliamente. Con lo cual, la existencia de un osario en una tumba es tan fiable como la prueba del carbono-14 para datarla.

Colección de osarios en el cementerio hallado en el patio de Dominus Flevit

El monasterio bizantino descubierto en las excavaciones, sobre el que se encuentra la actual iglesia de Dominus Flevit, solamente demuestra que el lugar estaba habitado por cristianos en el siglo V d.C. Pero el hallazgo de osarios con el símbolo de la cruz y el crismón es, para algunos investigadores, una prueba indiscutible de la existencia de una cultura cristiana ininterrumpida después de la muerte de Jesús.

Ascención por cuatro

El Monte de los Olivos es uno de los lugares más sagrados de Jerusalén para el cristianismo. Varios de los sucesos relatados en los evangelios tienen lugar allí, la llegada de Jesús a Jerusalén, el lugar donde se alojó la mayor parte de la Semana Santa, el sitio donde fue apresado luego de la Última Cena, donde ascendió al cielo al cumplirse los cuarenta días de su resurreción. En el mismo lugar donde ascendió, se espera que retorne y desde allí se dirija al Monte del Templo, dando inicio al final de los tiempos. No es de sorprenderse que haya tantas iglesias en el Monte de los Olivos, aunque sí me parece curioso que hayan habido nada menos que cuatro iglesisas distintas (hoy en día tres), dedicadas al mismo milagro tan cerquita unas de otras.


En el año 326 D.C. poco después de que el cristianismo dejara de ser una religión perseguida y se convirtiera en la religión preferencial del Imperio Romano, llegó de visita la madre del Emperador Constantino, Santa Helena. Construyó las primeras cuatro iglesias de Tierra Santa. Entre ellas la Eleona en el Monte de los Olivos, entre otras cosas en honor a la Ascención. Desde entonces fue destruida y vuelta construir dos veces. La Iglesia actual, conocida como Iglesia del Pater Noster, está dedicada hoy al sitio donde Jesús enseñó a sus discípulos la plegaria del Padre Nuestro, no a la Ascención. Fue eregida en 1858 por la  princesa francesa Aurelia de Bossi, quien la donó a la Orden de las Carmelitas. En los años veinte planearon ampliarla hasta alcanzar el tamaño y la forma original de la Eleona, pero el proyecto nunca fue terminado, la mayor parte de la Iglesia quedó al aire libre y sin techar. Mejor así, muy bonita:



En el año 380 D.C. una aristócrata romana llamada Pomenia, decidió construir la Iglesia de la Ascención en un lugar más alto. Al menos desde entonces, quizás aún desde antes, ese es el lugar reconocido por las diferentes corrientes cristianas como el lugar de la Ascención. Pero no solamente por los cristianos, también por los musulmanes, para quienes Jesús es uno de los importantes profetas que precedieron a Mahoma. Saladino conquistó Jerusalén de manos de los cruzados en el 1187, convirtió la Iglesia de la Ascención en mezquita. Hasta el día de hoy continúa en manos de los musulmanes, pero gracias a distintos acuerdos alcanzados entre los otomanos y las potencias europeas del Siglo XIX, se permite a los cristianos visitar el lugar. También pueden celebrar allí ceremonias religiosas una vez al año, en la fecha aniversario de la Ascención.

Capilla de la Ascención.
En su centro el punto exacto desde donde Jesús subió al cielo.

Aunque la Iglesia de la Ascención o Mezquita de la Ascención es reconocida por la mayoría como el lugar auténtico, hay otras corrientes que prefieren dedicarle una iglesia específica propia en las inmediaciones. Como la Iglesia de la Ascención Rusa (pravoslava) fundada en 1870, notoria por su campanario de 64 metros de altura, distinguible desde lejos:


Y la Iglesia de la Asención Luterana (alemana) inaugurada en 1910, más conocida como Augusta Victoria. El complejo también sirvió de hospital y de residencia oficial del Alto Comisionado del Mandato Británico de Palestina:



Nota: todas las imágenes tomadas de Wikimedia Commons.

La espada de Godofredo


Hace tres años y medio escribí en otro blog"...la Iglesia del Santo Sepulcro es un lugar que puede ser visto como una alegoría de la situación en Israel. Se trata de un lugar sagrado para muchos grupos distintos que se disputan su control. Es uno de los lugares más impactantes y más visitados de Jerusalén, una parada obligatoria para todo turista que pase por el país, sea de la religión que sea. Desde su fundación en el siglo IV por los bizantinos, ha pasado por innumerables manos. Se concentran en un lugar muy pequeño obras de artes de distintos estilos que se fueron añadiendo durante las distintas épocas, cada una con un alto valor en sí misma, pero que en su conjunto - en mi opinión de ignorante en la materia - conforman un mosaico cultural carente de toda armonía, un espléndido mamarracho."

Hoy en día, un poco menos ignorante que entonces, más que la mezcla de estilos artísticos y arquitectónicos lo que me llama la atención de la Iglesia del Santo Sepulcro es la variedad de cuentos, leyendas, tradiciones e historias que esconde en cada rincón. Cada capilla, cada columna, cada pared y hasta cada escalera, tienen un cuento que contar. Se podría dedicar un blog entero únicamente al Santo Sepulcro. Por poner sólo un ejemplo de uno de esos tantos recovecos no tan conocidos aunque dignos de interés: el cuarto donde los monjes franciscanos guardan sus vestimentas rituales. A veces abren la puerta a las visitas para poder admirar dos curiosas reliquias:


Según la creencia la columna de granito, es la misma a la que Jesús fue maniatado para ser azotado por los soldados romanos, antes de obligarlo a cargar con la cruz por la Via Dolorosa. A su lado la espada que se cree perteneció a Godofredo de Bouillón, quien encabezó las tropas cruzadas que conquistaron Jerusalén en el 1099. Luego de su triunfo militar, los demás caballeros propusieron coronarlo como Rey de Jerusalén, pero Godofredo se negó con su frase inmortal: "No llevaré corona de oro donde Cristo la llevó de espinas". Incluso quien como yo no sea creyente, puede conmoverse ante semejante relato de humildad, ojalá los gobernates de hoy en día siguieran su ejemplo. En lugar del título de monarca, adoptó el nombramiento de "Protector del Santo Sepulcro"Supongo que no es casualidad que su espada sea exhibida junto a la columna de la flagelación, una reliquia que al igual que la corona de espinas resalta el sufrimiento de Jesús. Sin embargo, Godofredo de Bouillón murió al año siguiente, lo sucedió su hermano que asumió el cargo de rey sin rechistar, Balduino I de Jerusalén.