Pigmalión en Belén


Estamos Ariel y yo en la Gruta de la Leche, Belén. Apreciamos una hermosa capilla situada tras una vitrina, en el centro la estatua de una monja con su llamativo hábito blanco y rojo, arrodillada ante una representación del Santo Sacramento. Mirando más detenidamente me parece percibir que la estatua se mueve ligeramente, apenas unos milímetros. Ariel me convence de que me lo estoy imaginando: pasamos por la capilla quince minutos antes y la figura estaba exactamente en la misma posición, inanimada como la estatua que es, somos nosotros los que nos movemos y mirando a través del vidrio nos engaña el efecto óptico. De pronto la estatua gira su rostro bruscamente hacia nosotros con mirada de reprobación. ¡Qué susto!

Eso nos pasa por no prestar atención al guía, quien nos había explicado poco antes que se trata de una adoración perpetua. Desde que se restauró el sitio en el año 2007, las monjas se turnan para presentar devoción al sacramento las 24 horas del día, ocho monjas hacen turnos de tres horas cada una. Un culto que se rinde en muy pocos sitios de Tierra Santa y muy específicos. ¿Qué tiene este lugar que lo hace tan especial?

Según la tradición la Gruta de la Leche es el lugar donde se escondió la Sagrada Familia, antes de huir a Egipto de la persecución del Rey Herodes, poco después de la matanza de los inocentes. Aquí María amamantaba a Jesús, cuando una gota de su leche materna cayó al piso y la roca se volvió de color blanco. En otros tiempos se creía que tomando una pócima preparada con polvo de piedras de la gruta, las mujeres con problemas de lactancia aumentaban y enriquecían la leche para sus pequeños.

Otra particularidad del lugar: es de los pocos en Tierra Santa donde se puede ver un cuadro de María con un pecho al descubierto, alimentando al niño Jesús. Una imagen que fue tabú durante siglos, hasta algo antes del renacimiento:



Aunque la Gruta de la Leche no es tan concurrida como la Iglesia de la Natividad y el Campo de los Pastores, si están por Belén sin duda vale la pena pasar a visitarla.

La Rebelión de Bar Kojba y el Templo de Jerusalén


A lo largo de la historia una de las características de la independencia de un país ha sido la acuñación de monedas. Porque la soberanía de un país reside en su moneda. Así lo hizo Juan Hircano para reforzar la independencia de Judea tras la revuelta macabea (167-160 a. C.) frente al Imperio Seleúcida. Así lo hizo el gobierno provisional durante la Gran Revuelta Judía contra Roma (66-73). Y así lo hizo también Bar Kojba, comandante de la rebelión que durante 4 años (132-136) consiguió devolverle a los judíos la independencia en la tierra de Israel.

Varias fuentes históricas - más o menos objetivas, más o menos rigurosas - narran al detalle los acontecimientos de la revuelta macabea y de la Gran Revuelta Judía (o Primera Guerra Judeo-Romana). Pero poco sabemos acerca de la Rebelión de Bar Kojba. Y cuando las fuentes escritas escasean la única solución se halla en la arqueología.

Se deduce a partir de los hallazgos arqueológicos (y de la interpretación de los mismos) que la rebelión liderada por Simeón Bar Kojba tuvo un éxito abrumador durante los primeros años. Los judíos lograron eliminar a toda una legión romana entera - la Legio XXII Deiotariana - y recuperaron el control de su país.

Una de las evidencias que afirman el hecho de que los judíos proclamaron la independencia es la acuñación de monedas. Sin embargo, existe un punto de la investigación en el que los expertos no se ponen de acuerdo. ¿Llegó Bar Kojba a Jerusalén? ¿Consiguió la rebelión reconquistar la capital?

Moneda de la época de Bar Kojba. En el lado izquierdo: relieve del Templo de Jerusalén, y la inscripción "Shimón". En el lado derecho: etrog y lulav y la inscripción "año primero de la liberación de Jerusalén"


Algunos investigadores sostienen que las monedas con el relieve del Beit Hamikdash reflejan solamente el anhelo de los judíos de recuperar el control de Jerusalén. Otros opinan, en cambio, que el hallazgo de dichas monedas, precisamente en Jerusalén, representa una prueba fehaciente de que la rebelión de Bar Kojba consiguió llegar a la ciudad santa e, incluso, reanudar los sacrificios y demás servicios del Templo.

A esta evidencia arqueológica se suma un versículo del Talmud que relata la entrada de Rabí Ismael ben Elisha (alumno de Rabí Akiva, líder religioso que apoyó a Bar Kojba en su rebelión) al Sancta Sactorum en el día de Yom Kipur.

"Rabí Ismael ben Elisha dijo: Yo entré una vez a la parte más íntima del Santuario (Kodesh Hakodashim) para ofrecer incienso, y vi [...] al Señor de los Ejércitos, que estaba sentado sobre un exaltado y elevado trono. Él me dijo: Ismael, hijo mío, ¡bendíceme! Yo le dije: Que sea tu voluntad que tu misericordia suprima tu enojo. Y que tu misericordia prevalezca por sobre tus otros atributos. Y que trates a tus hijos con el atributo de la misericordia, y que te comportes con ellos mejor de lo que la ley requiere. Y Él asintió con su cabeza" (Brajot 7a).

Rabí Ismael ben Elisha, que vivó entre los años 90-135, pudo entrar a la parte más sagrada del Templo cuando teóricamente no había Templo. Pero es posible, sin embargo, que estemos ante otro relato talmúdico que cobra vida en un hallagazgo arqueológico. En ese caso el relieve del Templo en las monedas de Bar Kojba puede no haber sido una mera ilusión.

¿Llegó Bar Kojba a Jerusalén? ¿Se reanudaron las labores del Templo? ¿Entró Rabí Ismael ben Elisha al Sancta Sanctorum? Tal vez el tiempo (y la arqueología) nos aclaren las respuestas.

P.D. El relato del Talmud se ha convertido, de la mano de Avraham Fried, en una famosa canción jasídica: