Ana Frank en la ciudad de las bicicletas


"Después de 1940 terminaron los buenos tiempos. Primero vino la guerra, luego la rendición, enseguida la entrada de los alemanes a Holanda. Y así comenzó la miseria. Un decreto dictatorial siguió a otro y los judíos se vieron especialmente afectados. Tuvieron que llevar una estrella amarilla en su vestimenta, entregar sus bicicletas y ya no podían viajar en tranvía, para no hablar de automóviles."

El Museo Ana Frank de Amsterdam está situado en la casa donde ella y su familia se ocultaron hasta que fueron descubiertos y deportados. Allí escribió su famoso diario. El museo es pequeño, pero la exposición está muy bien dispuesta, convirtiéndolo en una parada obligatoria para quien visita la maravillosa ciudad de Amsterdam, no menos que el Museo Van Gogh. El visitante va recorriendo las habitaciones de la casa mientras se va adentrando en forma cronológica en su trágica historia. Extractos cortos del libro aparecen escritos en la paredes, ejemplificados con fotos, videos, documentos o la misma arquitectura del edificio. El que más me llamó la atención fue el que cito arriba, sobre todo la parte de las bicicletas. Cuando leí el Diario de Ana Frank no me detuve a meditar sobre ese detalle. Entre la larga lista de restricciones impuestas por los nazis que Ana lista en los enunciados siguientes, la entrega de bicicletas puede parecer una nimiedad, pero no lo es.

Paseando por Amsterdam uno entiende lo que significan allí las bicicletas. Están por todas partes, más que los automóviles o el tranvía, montan en ellas holandeses de todas las edades. Me he sorprendido viendo a un padre cargando con dos niños pequeños en la canasta delantera de su bicicleta, a un anciano que no sé si podría mantenerse parado pero montaba con toda facilidad, a un hombre con un brazo enyesado sin ningún problema para maniobrar, ni que hablar de ciclistas tomando su café matutino mientras transitan. He visto a los holandeses seguir andando sin inmutarse ni cubrirse mientras se descargaba sobre ellos una lluvia torrencial, que obligaría a cualquier otro mortal a dejar tan precario vehículo y correr a refugiarse bajo el primer techo al alcance. Casi caigo víctima del accidente más frecuente en la ciudad: el turista pelotudo atropellado por pararse en el carril de las bicicletas. No sé si ya era tan así en 1940, pero si las bicicletas eran lo mitad de comunes entonces de lo que son ahora, dejar a un residente de Amsterdam sin bicicleta era una crueldad.

Amsterdam: ciudad de canales y bicicletas.

Otra cosa que no entendí del libro hasta visitar el museo: cómo es que podían estar tan ocultos si tenían tres pisos. Hay que ver las casas típicas de Amsterdam para comprenderlo. Esas casas altas y profundas, con las fachadas dando a la calle y la pared trasera que no se ve.

Amsterdam: ciudad de casas altas, profundas (y torcidas).

En Amsterdam aprendí una importante lección: hay ciertos libros que para entenderlos más cabalmente, viene bien visitar los sitios donde transcurre la narración. Sin lugar a dudas esto es aplicable a Israel, para entender el Libro de los Libros más a fondo hay que conocer la Tierra Santa. Ojalá algún día pueda viajar a la Tierra Media para entender mejor El Señor de los Anillos.

Cuerpo y alma

Cuenta el Evangelio de Lucas, capítulo 24, que iban dos discípulos de Jesús camino de Jerusalén a Emaus. Venían de visitar la tumba del Señor crucificado tres días antes en Jerusalén, la encontraron vacía. Iban charlando sobre aquel misterio, cuando de pronto Jesús se les apareció, pero ellos no lo reconocieron. Jesús los regañó por su falta de fe, finalmente sus ojos se abrieron y admitieron el milagro. Uno de los dos, llamado Cleopas, invitó a Jesús a cenar con ellos a su casa en Emaus.

Durante siglos, generaciones de eruditos se han estrujado los sesos tratando de determinar dónde queda la dichosa Emaus, el lugar donde Jesús hizo su primer acto de presencia al resucitar, sin duda uno de los acontecimientos más significativos del Nuevo Testamento. La dificultad se debe a que distintos manuscritos de los evangelios indican dos distancias diferentes entre Jerusalén y Emaus. En algunas versiones se dice que la distancia es de 60 estadios (Un estadio = 184 metros, total 11 kilómetros aprox), en otras se dice 160 estadios (30 kilómetros aprox). Y eso sin mencionar otras fuentes fuera de los evangelios que complican la identificación aún más.

Nada menos que cuatro sitios diferentes han sido identificados como Emaus. En dos de ellos fueron erigidas iglesias que conmemoran el lugar del milagro. La primera donde se encontraba la ciudad romana Nicópolis, la segunda donde hoy se encuentra la aldea árabe Abu Gosh. Yo me quedo con la primera por una obvia razón. ¿Qué es lo primero que haría cualquier persona crucificada y sepultada, al mismo instante de verse libre luego de tres días? ¡Ir corriendo al baño! ¡Imaginen qué gran alivio debe haber sentido Jesús! O al menos eso fue lo que pensé al encontrarme allí con este cartel:

Está claro que aquí es el verdadero Emaus.

Y ahora dejando de lado el chiste, vale la pena visitar Emaus, admirar los restos de su basílica bizantina y el museo con mosaicos de la misma. La entrada cuesta sólo 5 shekels por persona. Se puede dedicar el día a un paseo temático incluyendo otros sitios cercanos, como el Monasterio de Latrún y las iglesias de Abu Gosh. Que también puede ser un paseo culinario, Abu Gosh es famosa por el humus de sus restaurantes y en Latrún los monjes venden el vino que ellos mismos producen.

Montigue Parker y los tesoros del Templo de Salomón

Jerusalén, como toda ciudad antigua de la zona, podía existir donde fue ubicada primero que nada gracias a la presencia de una importante fuente de agua. En el caso de Jerusalén esa fuente es el Manantial Guijón. El manantial debía ser protegido ante posibles ataques enemigos, para este fin se construyó sobre el mismo una enorme torre de vigilancia hace 3800 años, cuyos restos fueron descubiertos hace poco. En tiempos de guerra podía llegarse en forma segura hasta la torre por un pasadizo subterráneo.

El aventurero inglés Montigue Parker no creyó que se tratara de un pasadizo hacia la fuente de agua, sino una entrada secreta hacia la cámara de los tesoros del Templo del Rey Salomón. Llegó a Jerusalén en 1909 con la intención de hacerse con las reliquias y comenzó allí sus excavaciones. Cuando vio que el túnel no lo conducía al destino esperado, se impacientó y decidió excavar directamente sobre el Monte del Templo, lo cual estaba absolutamente prohibido por las autoridades musulmanas y continúa prohibido hasta el día de hoy. Parker sobornó a los guardias y excavó clandestinamente por las noches. Hasta que fue descubierto por un guardia que no estaba al tanto del arreglo y dio la voz de alarma. Se armó un revuelo general entre los musulmanes de Jerusalén ante semejante sacrilegio, Parker tuvo que huir apresuradamente hacia el puerto de Jaffa y de allí de vuelta a Europa.

Según la prensa sensacionalista de la época, Parker logró llevarse consigo la espada del Rey David, la corona del Rey Salomón y el cetro de Mahoma. Nada menos. Tanta imaginación acabaría por plasmarse en la pantalla grande, aunque inspirada en otra historia real de otro arqueólogo, que también vino por aquí décadas más tarde buscando los tesoros perdidos, un tal Wendel Jones (tema para otro post).

El túnel que excavó Parker hoy se puede visitar en el Parque Nacional Ciudad de David. Incluso se pueden ver un par de baldes que se dejó allí, con materiales de excavación y una pipa. El túnel:


El puerto sumergido


Cesarea Marítima fue construida por el Rey Herodes entre los años 22 al 10 a.c. Como toda ciudad romana que se preciara de tal, tenía su teatros, hipódromos, baños públicos y templos. Pero sin duda el edificio más asombroso era el puerto. Con un muelle que se adentraba ochocientos metros hacia el mar, era el puerto más grande de la época en todo el este del Mediterráneo. Pero lo sorprendente no era sólo su tamaño sino el hecho de no estar basado en una bahía natural, sino en la construcción artificial. ¿Por qué no construyó su puerto en la Bahía de Haifa, poco más al norte, donde hoy se encuentra el principal puerto de Israel? Por un motivo sencillo: esa zona no formaba parte de sus dominios, la Provincia de Judea, sino que pertenecía a la Provincia de Siria. Cesarea era lo más al norte que podía construir sobre la costa, y Herodes no era de esos que dejara que minucias como la madre naturaleza impidieran sus colosales planes arquitectónicos. Ordenó traer de Italia cantidades industriales de un tipo de ceniza volcánica que se vuelve sólida al sumergirse en agua salada, para construir su gran muelle.

Sobre la colina adyacente al puerto, mirando hacia el mar, construyó un gigantezco templo que los navegantes podían ver desde las lejanías, dedicado a la diosa Juno, a la gloria de la ciudad de Roma y al César Augusto. En honor a este último tambén dedicó el nombre de la ciudad. Qué nadie diga que Herodes no era agradecido con quien lo colocó en el poder. Ni que construía templos sólo a sus súbditos judíos, al parecer no tenía problema en honrar al Dios de Israel y a los dioses paganos a la vez, la política por encima de la religión. Del templo a Juno no queda más que el recuerdo, cuando el Imperio Romano se convirtió al cristianismo fue desmantelado y en su lugar se construyó una iglesia, que a su vez fue destruida siglos más tarde. Tampoco el puerto puede divisarse hoy en día casi, salvo con equipo de buceo. El muelle comenzó a fracturarse unos cien años después de la muerte de Herodes y ya no hubo quién lo reparara. En los siglos siguientes la naturaleza se cobró su venganza y las aguas acabaron por tragárselo. Nos queda la imaginación, (con un poco de ayuda de la maqueta y el video en el centro de visitantes), para ver el puerto como se veía en su momento de mayor esplendor, hace unos 2000 años.

Operación Uvdá


Corre el mes de marzo de 1949, la Guerra de Independencia está llegando a su fin. Moshé Dayán se encuentra en la Isla de Rodas negociando las líneas del cese al fuego. Con Egipto el armisticio ya está firmado, queda cerrar el acuerdo con Jordania. Daián envía un telegrama a Israel exigiendo: "conviertan al Neguev en un hecho". De allí el nombre de la operación: Operación Uvdá (del hebreo עובדה: hecho). El objetivo: marcar como un hecho sobre el terreno la presencia israelí en todo el Neguev, desde Beersheva hasta la entonces llamada Um-Rash-Rash (Eilat). El método: dos compañías parten rumbo al sur, por el este una compañía de la división Golani cruzando el Desierto del Aravá, por el centro una del Palmaj atravesando el Cráter Ramón y las Montañas de Eilat.

Extraoficialmente la operación se convierte en una carrera entre las dos compañías rivales. Geográficamente hablando, Golani la tiene más sencilla, el camino es plano y fácil de transitar. Pero hay concentraciones de soldados jordanos que deben evadir, las órdenes son llegar lo más pronto y discretamente posible, evitando enfrentamientos. El Palmaj por su parte no tiene que lidiar con el fuego enemigo, pero el camino es imposible. Las montañas de Eilat bloquean el paso, no hay forma de atravesarlas desde allí sin entrar en territorio egipcio. El Palmaj no está dispuesto a dejar que Golani tome la delantera, contraviene las órdenes y cruza por Egipto en Ras-El-Nakeb tras sobornar al guardia egipcio con una botella de Whisky. También las órdenes de esperar a Golani son pasadas por alto, según la versión del comandante, su jeep de quedó sin frenos y siguió solo todo el camino de bajada desde Ras-El-Nakeb sin detenerse hasta Um-Rash-Rash. Al otro día llegan los soldados de Golani y preguntan sorprendidos quién anda allí. La respuesta no se hace esperar, el himno de las Fuerzas de Choque: "Somos, somos, el Palmaj".

La estatua reproduce la fotografía de los soldados del Palmaj izando por primera vez la bandera de Israel en Eilat, la llamada "bandera de tinta". No tenían una bandera, así que tomaron un pedazo de tela blanca y le dibujaron las dos franjas y la Estrella de David. Hay dos versiones acerca de la procedencia de la tela entre los veteranos del Palmaj, unos dicen que era una sábana y otros aseguran que era la ropa interior de una de las soldadas. Suponiendo que la soldada no fuera del tamaño de un hipopótamo, me inclino por la otra versión. Con la bandera de tinta imitaron la famosa fotografía de los soldados americanos alzando su bandera en Iwo Jima durante la Segunda Guerra Mundial.

La explanada donde se encuentra la estatua es un buen punto de partida para comenzar un paseo por Eilat o sus alrededores. Hay mucho lo que hacer: buceo en la Playa de los Delfines, el Observatorio Subacuático, paseos por la Montaña de Salomón, el Cañón Rojo, el Parque Timna, la piscina de flamingos, el Safari de Yotbatá, etc. Desde Eilat se puede salir rumbo a Petra cruzando a Jordania por el Cruce del Aravá, o hacia la Península del Sinaí en Egipto por el Cruce de Taba.

El aviso en la pared



El Meitzad Ateret en hebreo, Chastelet du Gué de Jacob en francés, o en español el Castillito del Puente de Jacob, fue un de las más pequeñas fortalezas cruzadas y también la que duró menos tiempo, apenas cuatro meses. Construida por el Rey de Jerusalén Balduino IV y destruida por Saladino en 1179.

El lugar llamado Puente de Jacob se encuentra pocos kilómetros más al norte, desde tiempos prehístoricos por allí se cruzaba el Río Jordán. Un sitio estratégico en el camino que conectaba Tiberíades con Damasco. La orden de los Caballeros del Templo de Salomón, asentados en Safed, temían que desde allí los musulmanes ayubis invadieran (como efectivamente ocurrió pocos años después). Balduino y Saladino habían firmado un acuerdo en 1175 por el cual el pasaje quedaba abierto sin fortificaciones por ninguno de los dos lados. Por presión de los templarios Balduino violó el acuerdo y las obras comenzaron en diciembre de 1178. Al principio Saladino intentó resolver el conflicto por la vía diplomática y ofreció al Rey de Jerusalén la suma de mil dinares de oro para que detuviera la construcción. El rey rechazó la oferta y Saladino juró que destruiría el Chastelet y lo cumplió. Sus tropas le pusieron sitio, cavaron hasta llegar a las bases de la torre hechas en parte de madera y le prendieron fuego. Murieron unos mil guerreros cruzados.

Lo que no sabían los cruzados, ni los musulmanes que más adelante tuvieron la mala fortuna de construir allí una mezquita, es que el Chastele está justo encima de una falla geológica. La falla geológica sirio-africana que comenzó a formarse hace 20 millones de años, separa entre dos placas tectónicas. Uno puede pararse frente a la pared del Chastelet con un pie en el pie izquierdo en la Placa Africana y el derecho en la Placa Arábiga. La Placa Arábiga se mueve en dirección norte más rápido que la Africana. Este es uno de los únicos lugares donde es posible ver la actividad de las placas tectónicas en los últimos siglos, que ha dejado sus huellas sobre un edificio construido por el hombre. Durante los terremotos de 1202 y 1579 la mitad de la pared se mudó 2.2 metros hacia el norte.


Artículo relacionado: Crónica de un terremoto anunciado

El sarcófago de Ashkelón


Sarcófago significa en griego "comedor de carne". Los griegos no comprendían del todo el proceso de descompocisión del cuerpo, les sorprendía que al dejar el cuerpo en una caja de piedra cerrada, al tiempo quedaran sólo los huesos sin la carne. De allí proviene el nombre. Este sarcófago fue encontrado en los años 70 cuando se construyó el barrio Afridar en la ciudad de Ashkelon. Se exhibe en el museo de la calle Hanasí.

Data de finales del siglo II o principios del siglo III, probablemente haya sido fabricado en Grecia o Asia Menor e importado por encargo. Solamente los ricos se daban semejante lujo, a los pobres los enterraban directamente en la tierra sin tanta pompa. En la tapa aparecen dos figuras sin rostro. Se supone que allí deberían estar talladas las caras de los difuntos. El sarcófago se importaba con esa parte incompleta, luego un artista local lo completaba. No sabemos si es que no consiguieron un artista local que finalice la faena o si los fallecidos eran tan feos que prefirieron no dejarlo registrado para la posteridad. O si acaso el sarcófago nunca llegó a estrenarse: fue encontrado vacío. Lo que sí está claro es que estaba destinado a dos perosnas, probablemente marido y mujer.

La escena representada proviene de la mitología griega: el secuestro de Persepone. Hades, dios del mundo de los muertos, se enamora de la hermosa Persepone y envia a Hermes, dios del comercio y recadero oficial de los dioses, a que se la traiga al submundo. La que no queda nada conforme con el asunto es Demeter, madre de Persepone y diosa de la agricultura. Demeter se declara en huelga y se marcha tras el rastro de su hija hasta el infierno. Lo cual afecta gravemente la producción agrícola. Y como siempre que hay rencillas entre los dioses los que pagan los platos rotos son los seres humanos, que en este caso se mueren de hambre. Hasta que el patrón Zeus toma cartas en el asunto. Tras largas negociaciones gremiales llegan a un acuerdo. Demeter se puede pasar cada año una temporada con su hija, pero también tiene que volver a la tierra y hacerla florecer la temporada siguiente. Así nacen las estaciones del año.

Es curioso que justamente en un ataúd tallen una escena que simboliza la resurrección y la vuelta a la vida que es la primavera. Hay otros símbolos de resurrección, como el gallo, que anuncia el renacimiento del día con la salida del sol cada mañana. Pareciera que los hombres nunca aceptamos del todo la idea de la muerte y la esperanza de la resurrección nos acopaña hasta el mismo entierro.

Éste es sólo uno de los muchísimos hallazgos arqueológicos de Ashkelon. Una ciudad muy antigua. Hace 4000 años, cuando Jerusalén aún no era más que una aldea, Ashkelon ya estaba amurallada. Vale la pena visitar el Parque Nacional de Ashkelon y echarle un vistazo a los restos de diversas épocas.

El secreto de Ein Guedi

"Todo aquel que genere discordia entre un hombre y su prójimo, todo aquel que calumnie a la comunidad ante los pueblos y todo quien revele a los extranjeros el secreto de la aldea, que sea arrancado de la faz de la tierra por aquel cuyo ojo se pasea por toda la tierra*. Diga toda la comunidad amén y amén".
Estas palabras aparecen en un mosaico sobre el piso del antigua sinagoga de Ein Guedi, que data del siglo III d .C. (traducción propia). Es el código de conducta de la comunidad. Se entiende que condenen a quien genere riñas entre los vecinos o los calumnie, lo que no está claro cuál es ese secreto tan guardado cuya revelación merece una pena tan terrible. Quizás la respuesta se encuentre hoy en día en un rincón apartado del Jardín Botánico, donde se han vuelto a cultivar dos arbustos muy especiales. El secreto del éxito económico de Ein Guedi en la antigüedad: las plantaciones de mirra y olíbano. Si haces una pequeña hendidura en uno de los árboles, puedes extraer de él pequeñas cantidades de sabia que luego se seca y se vuelve sólida. Tienes en tus manos un material que en otros tiempos valía su peso en oro. Un pueblo que habitaba en el desierto, conocido como los nabateos, extraían el material en el sur de la Península Arábiga, (donde hoy está Yemen). Tardaban tres meses de viaje en camello para atravesar todo el camino hasta el puerto de Gaza. De allí era exportado a Europa.



¿Por qué tan caro? En parte por los costos de producción. Sólo crece en lugares muy específicos, como el Yemen o los oasis del Desierto de Judea: Ein Guedi y Jericó. En parte por los costos de transporte, los nabateos no lo transportaban gratis. Pero sobre todo por la altísima demanda. Ese material se quema para generar incienso que da buen olor. El incienso era un producto imprescindible en todos los templo paganos, para cubrir el hedor de los animales sacrificados. También en el Templo de Jerusalén se utilizaba el incienso con este fin. De ahí proviene también el uso de incienso en las iglesias. El cristianismo sustituyó a la religión pagana en Europa y canceló los sacrificios de animales, pero el incienso continuó asociado al ritual religioso.

La mirra también tiene otro uso también relacionado con su placentero aroma. De una especie específica de mirra, llamada afarsemón, se fabrica un perfume también muy solicitado en la antigüedad. Según el historiador romano Plinio el Viejo, Ein Guedi era el único lugar en todo el Imperio Romano donde se fabricaba el perfume. ¿Será ése el secreto? ¿Cómo se fabricaba el perfume? Sólo los artesanos de Ein Guedi lo sabían, ni siquiera los agricultores que cultivaban la materia prima tenían acceso a él. La producción y exportación del incienso y el perfume dejaba grandes réditos no sólo a la aldea, sino que también enriquecía al César, que se llevaba un buen porcentaje. Durante la Rebelión de Bar Kojba (132-135 d .C.) los rebeldes intentaron incendiar las plantaciones, pero los romanos enviaron a los soldados a protegerlas.

En el siglo VI d .C. Ein Guedi desaparece del mapa. Los arqueólogos encontraron los restos de la destrucción pero no saben por qué ocurrió. Otro de los misterios de Ein Guedi. Desde entonces el lugar permaneció despoblado hasta el moderno Estado de Israel, cuando en los años cincuenta surge el Kibutz Ein Gedi. En las inmediaciones hay mucho que ver: la catarata del Arroyo David, en la Reserva Natural Ein Guedi o los restos del templo prehistórico y de la antigua sinagoga. A mi gusto lo más bonito es el Jardín Botánico, donde se exhiben especies de árboles de todo el mundo. Mi favorito es el Baobab (traído de África, no del Asteroide B612). Después de 15 siglos los jardineros del moderno Ein Guedi han vuelto a plantar la morra y el olíbano. Tal vez algún día consigan descifrar el secreto.




*Nota: "Aquel cuyo ojo se pasea por tierra." No, no se refiere a Sauron del Señor de los Anillos. Sino a Yahvé, el Señor de los Ejércitos.

En camino a Masada

Lo ideal es llegar a Masada al amanecer para contemplar desde allí la salida del sol. Para eso se puede pasar la noche anterior en Arad o en el Mar Muerto y salir muy temprano. Pero es más común llegar desde Jerusalén. De cualquier modo conviene hacer la visita en la mañana para evitar el calor del mediodía, sobre todo en verano. Y para aprovechar el resto del día visitando otros sitios de interés en la zona: como la Montaña de Sodoma, el oasis de Ein Gedi, las ruinas de Qumrán y, sobre todo, aprovechar la increible experiencia de flotar en las aguas del Mar Muerto.

La fortaleza de Masada fue construida por el Rey Herodes (reinó bajo tutela de Roma entre los años 36-4 a. C.), como refugio ante una posible revuelta en su contra. O ante una invasión de Marco Antonio, cuya amante Cleopatra deseaba sumar el Mar Muerto a sus posesiones, con su ya entonces producción internacional de perfumes, cosméticos y pociones curativas. Para comprender las construcciones de Herodes hay que considerar dos de sus características: era totalmente paranoico (1) y megalómano (2). Era tan paranoico que mató a su mujer y a varios de sus hijos por miedo a que lo depusieran. Ya que su mujer, Miriam, era descendiente de la dinastía hasmonea, teóricamente los legítimos herederos al trono. Tan paranoico era que construyó su fortaleza de escape en una meseta por entonces casi inaccesible, extremadamente difícil de atacar y la abasteció con comida para 30 anos. Tan megalómano que todo lo que construía lo hacía lo más lujoso y lo más enorme posible (¿qué diría Freud?): el Templo de Jerusalén, el puerto de Cesarea, la fortaleza de Masada.

Décadas después de la muerte de Herodes, en el año 66 d. C., estalló la mal llamada Gran Rebelión (no fue la más grande) de los judíos contra los romanos, que acabó el año 70 con la destrucción de Jerusalén y el Templo. Destrucción por la cual los judíos guardamos luto hasta el día de hoy. Un pequeño grupo de rebeldes continuó la resistencia desde el último bastión: Masada. Los romanos, que no eran de dejar las cosas sin terminar, menos cuando de aplastar rebeliones se trataba, sitiaron Masada y lograron tomarla en el ano 73. Cuando por fin llegaron a la cima no encontraron resistencia, sino 900 cadáveres. Los rebeldes prefirieron suicidarse que dejarse capturar vivos, evitando que las mujeres fueran violadas y los ninos vendidos como esclavos. En Masada es costumbre leer el emotivo discurso de Eleazar Ben Yair, comandante de los rebeldes, pronunciado en vísperas del suicidio colectivo, según Las guerras de los judíos del historiador Flavio Josefo.

A Masada se puede subir a pie o en aerocarril. Arriba visitaremos los depósitos de comida, la cisterna de agua, el baño romano con sus cuatro salas, el piso superior del palacio norte, la sinagoga, etc.

La meseta de Masada.
Datos de la imagen aquí

Tel Aviv no es un tel

Imaginemos una ciudad muy antigua que se encuentra a poca altura. Llega un invasor desde tierras lejanas y arrasa con la ciudad. Los sobrevivientes vuelven a construir la ciudad en el mismo lugar, cubren con tierra las ruinas que dejó el invasor y construyen por encima. Un siglo más tarde un terremoto destruye de nuevo la ciudad. Otra vez más, la ciudad es construida encima de las ruinas que a su vez están arriba de otras ruinas anteriores. Dos siglos más tarde ocurre un incendio y la ciudad vuelve ser destruida. De nuevo, vuelta a empezar. Cada vez que la ciudad es reconstruida sobre una nueva capa de ruinas va subiendo en altura. Así se forma lo que en arqueología se denomina tel. Una colina formada no por la naturaleza, sino por la acumulación de capas de ruinas de edificios construidos por el hombre. Los tels son un fenómeno muy raro en el mundo, los hay en el Medio Oriente aunque tampoco son muy frecuentes. Sin embargo en Israel los hay por decenas.

El ejemplo más impresionante es el de Meguido. Asentamiento destruido y vuelto a construir no menos de 25 veces. Sí, han leído bien, 25 veces. La última vez hace más de 2500 años. Quizás no sea casualidad que justamente en ese lugar, que ha visto tanta destrucción, es donde según la fe cristiana comenzará el fin del mundo, la gran batalla final entre el bien y el mal. En hebreo lo llamamos Tel Meguido o Ar Meguido, y fue traducido al griego como Armagedón en el Nuevo Testamento (Apocalipsis de San Juan). Un lugar que vale la pena visitar. Recomiendo no esperar hasta que estalle la guerra entre Gog y Magog para la visita.

Para conocer el Armagedon no hace falta un transbordador espacial,
alcanza con un avión que lo lleve a Israel.


¿Por qué construyeron la ciudad tantas veces en el mismo lugar donde fue destruida? No fue por masoquismo. La ubicación era excelente, ya que reunía las cuatro condiciones: su altura en medio de un valle le otorgaba una importante ventaja estratégica para su defensa militar (1); contaba con su propia fuente de agua potable (2); con buenas tierras para la agricultura (3); sobre el camino (4) internacional que une a Egipto con Mesopotamia. A modo de comparación, Jerusalén en la antigüedad sólo cumplía con una de esas condiciones: el agua (gracias al manantial Guijón). En la Tierra de Israel eran pocos los sitios que reunían las condiciones, no había mucho de donde elegir. Por eso la gente volvía a instalarse en los mismos lugares cuando eran arrasados y por eso se formaron tantos tels. Pero no es el caso de Tel Aviv, que fue construida por primera vez en 1909 al nivel del mar. ¿Por qué se llama Tel Aviv entonces? Eso es tema para otro post.

Esto no es una pipa un tel


Aunque Meguido sea quizás el tel más importante por la asombrosa cantidad de capas y su significado religioso, a mí personalmente los que más me gustan son Tel Dan y Tel Banias (Cesaria de Filipo). Me encanta cómo las ruinas de distintos períodos se mezclan con la tupida vegetación que las cubre casi por completo. Como si las ruinas se asomaran de entre las entrañas de la tierra para enviarnos saludos desde tiempos remotos. Los arqueólogos no han destapado más que un porcentaje diminuto, ¡quién sabe cuántos tesoros queden escondidos bajo las raíces de esos arboles!

Esto sí es un tel: Tel Dan.

En la foto se ve parte de un altar del siglo VIII a. C.
construido según el modelo del Templo de Salomón.

Advertidos quedan

Lo admito, tengo un fetiche: los carteles. Mientras mis compañeros fotografían los edificios, paisajes, plantas o personas, yo tomo fotos a los carteles. Me gustan sobre todos los carteles de advertencia, le dan un sentido de peligro y aventura a cada paseo. Como por ejemplo el siguiente:

Disfrute de su visita, les desea la Autoridad Nacional de Parques de Israel. Ah, y no se lancen boca abajo desde el borde del precipicio que puede ser peligroso. Advertidos quedan, luego no se aceptan reclamaciones.

El lugar donde se encuentra el cartel, en la Montaña Tzukim, puede ser un excelente comienzo para un paseo a pie por el sur del Desierto de Judea, cruzándolo casi por completo de oeste a este. El Desierto de Judea, a pesar de ocupar un territorio muy pequeño, ofrece una gran variedad de paisajes. Si se presta atención se puede observar cómo van cambiando cada pocos kilómetros. Pero sin duda el momento más impactante se da cuando, después de caminar un largo rato sin ver más que piedras hasta el horizonte en todas direcciones, de pronto uno se encuentra con el Mar Muerto, surgiendo como una revelación entre las orillas de un profundo canal. Si aguantamos los repentinos deseos de desobedecer al cartel de advertencia y no salimos corriendo a saltar de cabeza hacia abajo, podemos disfrutar de una vista maravillosa:


Esa pequeña medialuna con edificios que se ve a lo lejos, como si el canal la pariera, es Ein Bokek, la zona hotelera del Mar Muerto, que recibe su nombre del manantial Bokek. Allí es a donde queremos llegar, para acabar el paseo por el caluroso desierto como se debe: entrando al supermercado a comprar helado. La bajada no es fácil, pero en el camino se puede parar para refrescarse en uno de los pocos arrollos del desierto donde corre agua casi todo el año, el arrollo Bokek.

Duración aproximada: seis horas, contando hora y media en paradas para comer, descansar y disfrutar de las vistas.
Precauciones. Las habituales: llevar tres litros de agua por persona, gorro, protector solar. No se recomienda hacerlo en verano o en estado de ánimo suicida. Hay que arreglar con un chofer que los lleve hasta el punto de comienzo y los vuelva a busca al finalizar. Creanme que si vienen en su coche privado sin chofer van a preferir abandonarlo donde lo han dejado antes que hacer el camino de vuelta en subida.

Cruce de caminos

Después de varios años en la blogósfera opinando sobre el acontecer en Israel, sobre todo en lo referente al conflico palestino-israelí, hemos decidido cambiar de rumbo en dos sentidos.

En primer lugar, hemos decidido unir fuerzas con este blog conjunto. Nos conocimos sirviendo en el Ejército de Israel, en la Comandancia de las Unidades de Tierra. Cada uno servía en un departamento distinto, pero casi a diario nos juntabamos durante el almuerzo y charlabamos de la vida, fútbol, mujeres, del conflicto, judaísmo, de la Casa Real Española... En fin, de lo que sea. De esa experiencia se fue forjando una amistad. Al colgar el uniforme cada cual siguió por su lado, trabajando y estudiando en distintas ciudades del país, y ya no teníamos la oportunidad de proseguir nuestros coloquios salvo a través de los blogs Pensando Israel y Acción por Israel. No siempre hemos estado de acuerdo, algunas veces hasta hemos subido los tonos, discutiendo temas que nos atañen como israelíes, como judíos y como personas. A pesar de las ocasionales disputas, al fin y al cabo lo que importa es esa amistad que superó las distancias geográficas y las diferencias ideológicas. Hace relativamente poco nuestros caminos se han vuelto a cruzar. Ambos hemos realizado el curso de guía de turismo en la Israel School of Tourism (Universidad de Haifa), uno en la sucursal de Tel Aviv y el otro en la de Jerusalén.

En segundo lugar, hemos decidido unir tres de nuestras más grandes pasiones: los blogs, los viajes e Israel. En Paseando por Israel vamos a dejar de lado la política y el conflicto para compartir nuestra experiencia en Israel desde otro ángulo. A pesar de ser un país muy pequeño -donde cada piedra tiene miles de años de historia, donde se intersectaron desde la antigüedad los distintos imperios, pueblos, religiones y culturas- los lugares a visitar son interminables. Queremos enseñar nuestro país de una forma más vivencial, no solamente en forma intelectual como hasta ahora. No solamente pensando Israel, sino recorriéndolo de punta a punta. Nuestro desafío es presentarle de un modo interesante, tanto al lector que conoce Israel como al que no, esos rincones menos conocidos pero no por ello menos fascinantes. Y también los sitios más conocidos siempre pueden ser mirados con otra luz.

Algunas aclaraciones:

Si bien la política israelí y el conflicto con los palestinos no son los temas del blog, es posible que de cuando en cuando salgan a relucir nuestras opiniones. En esta parte del mundo no es posible divorciar la geografía de los temas polémicos de actualidad. Nuestro compromiso con el sionismo no ha cambiado, el intento de acercar al lector a nuestro hermoso país también lo entendemos como una acción por Israel.

Si bien el blog está dedicado a Israel, también trataremos sobre los Territorios Palestinos, nuestros paises vecinos u otros destinos.

Mapa del cartógrafo alemán Heinrich Bunting, de 1581, que representa
a Jerusalén como el centro del mundo.


Ariel y Ruben

Actualización: abril de 2013