Ana Frank en la ciudad de las bicicletas


"Después de 1940 terminaron los buenos tiempos. Primero vino la guerra, luego la rendición, enseguida la entrada de los alemanes a Holanda. Y así comenzó la miseria. Un decreto dictatorial siguió a otro y los judíos se vieron especialmente afectados. Tuvieron que llevar una estrella amarilla en su vestimenta, entregar sus bicicletas y ya no podían viajar en tranvía, para no hablar de automóviles."

El Museo Ana Frank de Amsterdam está situado en la casa donde ella y su familia se ocultaron hasta que fueron descubiertos y deportados. Allí escribió su famoso diario. El museo es pequeño, pero la exposición está muy bien dispuesta, convirtiéndolo en una parada obligatoria para quien visita la maravillosa ciudad de Amsterdam, no menos que el Museo Van Gogh. El visitante va recorriendo las habitaciones de la casa mientras se va adentrando en forma cronológica en su trágica historia. Extractos cortos del libro aparecen escritos en la paredes, ejemplificados con fotos, videos, documentos o la misma arquitectura del edificio. El que más me llamó la atención fue el que cito arriba, sobre todo la parte de las bicicletas. Cuando leí el Diario de Ana Frank no me detuve a meditar sobre ese detalle. Entre la larga lista de restricciones impuestas por los nazis que Ana lista en los enunciados siguientes, la entrega de bicicletas puede parecer una nimiedad, pero no lo es.

Paseando por Amsterdam uno entiende lo que significan allí las bicicletas. Están por todas partes, más que los automóviles o el tranvía, montan en ellas holandeses de todas las edades. Me he sorprendido viendo a un padre cargando con dos niños pequeños en la canasta delantera de su bicicleta, a un anciano que no sé si podría mantenerse parado pero montaba con toda facilidad, a un hombre con un brazo enyesado sin ningún problema para maniobrar, ni que hablar de ciclistas tomando su café matutino mientras transitan. He visto a los holandeses seguir andando sin inmutarse ni cubrirse mientras se descargaba sobre ellos una lluvia torrencial, que obligaría a cualquier otro mortal a dejar tan precario vehículo y correr a refugiarse bajo el primer techo al alcance. Casi caigo víctima del accidente más frecuente en la ciudad: el turista pelotudo atropellado por pararse en el carril de las bicicletas. No sé si ya era tan así en 1940, pero si las bicicletas eran lo mitad de comunes entonces de lo que son ahora, dejar a un residente de Amsterdam sin bicicleta era una crueldad.

Amsterdam: ciudad de canales y bicicletas.

Otra cosa que no entendí del libro hasta visitar el museo: cómo es que podían estar tan ocultos si tenían tres pisos. Hay que ver las casas típicas de Amsterdam para comprenderlo. Esas casas altas y profundas, con las fachadas dando a la calle y la pared trasera que no se ve.

Amsterdam: ciudad de casas altas, profundas (y torcidas).

En Amsterdam aprendí una importante lección: hay ciertos libros que para entenderlos más cabalmente, viene bien visitar los sitios donde transcurre la narración. Sin lugar a dudas esto es aplicable a Israel, para entender el Libro de los Libros más a fondo hay que conocer la Tierra Santa. Ojalá algún día pueda viajar a la Tierra Media para entender mejor El Señor de los Anillos.

6 comentarios:

lidia ostrovsky dijo...

Tengo una pregunta¿ como hacen los ciclistas para que no se la roben, yo tenia una en Argentina y me duro un dia, mi hija se compro una aqui, y le duro 4 horas, estando con cadena al lado de la puerta.- LIDIA

Ruben dijo...

No creo que hagan más que encadenarlas. ¿Tendrán menos ladrones?

Berobreo dijo...

¿Temor reverencial? ;)

Roberto dijo...

¿Será que los ladrones ya tienen bici?

Alan dijo...

A mí también me llamó mucho la atención lo de las bicicletas, sobre todo cuando fuimos a La Haya, en las dos estaciones de tren estaba lleno de bicicletas en unos enormes parkings específicos para estas.

En cuanto a la casa de Anna Frank, también lo recomiendo, una visita que sin duda vale la pena.

Saludos y feliz 2012!

ANRAFERA dijo...

Gracias por acercarnos y recomendarnos estos lugares.
Bonitas y vistosas fotografías.
Un cordial saludo y feliz año.
Ramón

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