Pío XII y el Holocausto

Cuando llevo grupos católicos al Instituto Yad Vashem, Museo del Holocausto, el rol del Papa durante el Holocausto es un tema delicado. Suelo contar que hay quienes recriminan a Pío XII no haberse opuesto al régimen nazi, no haber denunciado en forma contundente sus políticas genocidas, no haber llamado a los fieles católicos a ayudar a los judíos. Un llamado claro e inequívoco del Papa en persona, pudo haber salvado miles de vidas, pero el Papa guardó silencio. Cuento que hubo muchísimos sacerdotes y monjas que salvaron a judíos escondiéndolos en monasterios, pero eran miembros del bajo clero, la cúpula de la Iglesia miró a un costado. En dos ocasiones, católicos muy instruidos me contestaron que eso no fue así, que Pío XII intercedió a favor de los judíos en discursos y encíclicas. Agradezco a un sacerdote chileno y a un católico argentino, que me motivaron a estudiar más sobre el tema.

Pío XII. Imagen tomada de Wikipedia.

En la librería de Yad Vashem obtuve el libro "Pius XII and the Holocaust. Current state of research". Es una serie de disertaciones y debates entre historiadores, un simposio a iniciativa de Yad Vashem y el Instituto Teológico Salesiano de San Pedro y San Pablo en Jerusalén. Tuvo lugar en el año 2009 y reunió a académicos "a favor" y "en contra" de Pío XII. Una de las pocas cosas en la que estuvieron de acuerdo todos los participantes, es que para poder investigar mejor el tema habría que tener acceso a los archivos secretos del Vaticano. En el 2009 se esperaba que los archivos fueran desclasificados en pocos años, no sé si esto ya ocurrió, tal vez hoy (2018) ya haya información más actualizada. De todos modos, resumo lo que aprendí del libro:

Pío XII y los judíos antes de la Segunda Guerra Mundial.
Durante siglos la Iglesia Católica sostuvo la "Teología del Reemplazo". La idea que las promesas de Dios a Abraham y su descendencia, ya no sea aplican al pueblo judío (hijos de Abraham en la carne), sino a los cátolicos (hijos de Abraham en espiritu), los judíos perdieron su relación de privilegio con Dios al rechazar a Jesús de Nazaret como mesías. Según esta postura, los judíos somos los culpables por la muerte de Jesús, Dios nos ha castigado, todo lo malo que nos ocurra lo tenemos merecido. Estas ideas fueron retractadas por la Iglesia en 1965, durante el Segundo Concilio del Vaticano. Después de la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia Católica comprendió las consecuencias nefastas de siglos y más siglos de propagar odio hacia los judíos. Pero hasta entonces esa era la visión de la Iglesia Católica, en la que fue educado Eugenio Pacelli (futuro Pío XII) y que siguió sosteniendo durante su papado.

Hay quienes afirman que a pesar de eso, a nivel personal, Pacelli sentía simpatía hacia los judíos, incluso intercedió a favor de los judíos en ciertos casos. En 1917, cuando era Nuncio Apostólico (embajador del Vaticano) en Bavaria, pidió al gobierno alemán que defendiera a los judíos de Jerusalén, amenazados por las autoridades turcas. En 1938, como Secretario de Estado de Pío XI, se opuso a una ley polaca que prohibía la shjitá (matar animales según las normas judías para producir carne kasher). Sin embargo, cuando las amenazas a la población judía llegaron desde Alemania nazi, no consta que haya intervenido. No condenó el boicot alemán contra negocios judíos en 1934, las leyes de discriminación racial (Leyes de Núremberg) en 1935, los ataques a tiendas y sinagogas en 1938 (Kristallnacht).

Pío XII y el nazismo antes del Holocausto.
No hay duda que Eugenio Pacelli despreciaba al Nacional-Socialismo. En 1924, cuando era Nuncio Apostólico en Alemania, envió una carta a su superior en el Vaticano, en la que se refirió a dicha ideología como: "probablemente la más peligrosa herejía de nuestro tiempo". Aún así, temía y deploraba todavía más al comunismo, que antes de la Segunda Guerra Mundial azotó a la Iglesia en Rusia, España y México.

El Concordato. 
En 1933, Eugenio Pacelli, como Secretario de Estado de Pío XI, negoció con los nazis el Concordato. Un acuerdo según el cual el Tercer Reich respetaba los derechos de la Iglesia Católica, mientras que la Iglesia se comprometía a no interferir en asusntos de política interna alemana. Los críticos de Pío XII, sostienen que con este acuerdo, el Vaticano se convirtió en el primer estado soberano, en reconocer de facto al gobierno de Adolf Hitler y así otorgarle legitimidad internacional. Los defensores del Papa, señalan que Pacelli también intentó (sin éxito) llegar a un acuerdo similar con la URSS en 1925, a pesar de su aversión hacia los bolcheviques. Se trataba de un intento de preservar la libertad de culto para los católicos, no una aprobación de las ideas de Hitler.

Encíclica Summi Pontificatus.
En marzo de 1939, Pacelli fue elegido Papa y adoptó el nombre de Pío XII. En septiembre, Alemania invadió a Polonia y estalló la Segunda Guerra Mundial. En octubre, Pío XII publicó su primera encíclica: Summi Pontificatus. Las encíclicas son cartas del Papa a los obispos, la primera encíclica de un Papa tiene especial importancia como declaración de principios. En ésta encíclica Pío XII habla de la unidad de la raza humana, rechaza la idea fascista del estado como valor supremo, llama a la solidaridad con Polonia ocupada. La encíclica fue considerada como una refutación de las bases del nazismo (racismo y totalitarismo), un denuncia pública contra Alemania nazi.

El discurso de Navidad.
El 24 de diciembre de 1942, Pío XII pronunció un discurso que fue transmitido por radio, en el cual habló de la responsabilidad de la humanidad por el sufrimiento causado por la guerra, incluyendo "a los cientos de millares de personas que, sin culpa propia alguna, a veces sólo por razones de nacionalidad o de raza, se ven destinados a la muerte o a un progresivo aniquilamiento". Quienes critican a Pío XII dicen que con eso no era suficiente, un solo discurso, en el que no se refiere explícitamente a los judíos, ni a Alemania, a los nazis, a los campos de exterminio, ni a las cámaras de gas (de las que sin duda a esta altura de la guerra ya tenía conocimiento). Un discurso en el que no llama claramente y sin rodeos a los fieles católicos a salvar judíos, ni a oponerse a los nazis. Discurso largo, en el que menciona el tema una vez, a la pasada. Un solo discurso, seguido por inacción. Quienes defienden al Papa, dicen que el discurso tuvo una gran repercusión, que aunque no usó la palabra "judíos", era obvio para cualquier católico que se refería a los judíos. Muchos católicos que salvaron judíos, se inspiraron en las palabras del Papa.

La redada de los judíos de Roma.
El 16 de octubre de 1943 los nazis arrestaron a poco más de mil judíos romanos. Pío XII se enteró de lo que estaba sucediendo. Monseñor Maglione, su Secretario de Estado, convocó de urgencia al embajador de Alemania. Le pidió que detenga los arrestos: "La Santa Sede no quisiera verse en la necesidad de tener que expresar palabras de desaprobación". Otro de los pocos puntos en que coinciden los distintos historiadores: en la cita con el embajador, el enviado del Papa amenazó con una protesta pública si los arrestos continuaban. Los arrestos continuaron durante unas horas más hasta que acabó la redada, los judíos arrestados fueron deportados a Auschwitz, donde murieron casi todos, la mayoría fueron enviados a las cámaras de gas en menos de una semana. El Vaticano no llegó a cumplir su amenaza, no protestó públicamente. Quienes critican a Pío XII, dicen que no se atrevió a oponerse abiertamente a los alemanes, por miedo a que los nazis invadieran el Vaticano, tal vez incluso que lo secuestraran a él. Pío XII también temía una posible insurgencia comunista en Roma, esperaba que los nazis pudieran suprimirla. Si bien Pío XII se oponía al asesinato de los judíos de Roma, tampoco le preocupaba demasiado, tenía otras preocupaciones.

Refugio de los judíos de Roma en instituciones religiosas.
Cientos de judíos romanos, se escondieron en monasterios, conventos y otras instituciones religiosas, sobre todo después de la redada. Al rededor de 200 instituciones abrieron sus puertas para dar refugio a judíos y no judíos cuyas vidas corrían peligro. El Papa Pío XII lo sabía y lo aprobaba. Lo que no está claro, es hasta que punto fueron iniciativas personales de religiosos particulares, o si acaso seguían indicaciones del Pontífice. Como fueron tantas las casas religiosas involucradas, hay quienes sugieren que un rescate a tal escala sólo pudo haber sucedido con intervención del Papa. Sin embargo, hubo también instituciones religiosas que cerraron sus puertas a los judíos. La falta de un criterio uniforme, hace pensar que no hubo una directriz del Papa, sino que se trató de una muestra espontánea de caridad cristiana por parte de religiosos individuales.

Los huérfanos judíos después de la guerra.
Después de la guerra, el Gran Rabino de la comunidad judía en Palestina, Issac Herzog, se entrevistó con el Papa. Pidió ayuda a Pío XII para recuperar a aquellos niños judíos que fueron escondidos en conventos católicos durante la guerra. Para Pío XII esos niños ya no eran judíos, sino católicos, puesto que habían sido bautizados. El Papa prohibió entregar a los niños a instituciones que "no garantizaran la continuación de su educación cristiana". Esta actitud contrasta con la de Juan Pablo II, que siendo aún un simple párroco, se negó a bautizar a huérfanos de origen judío, porque los padres de dichos niños hubieran querido que sus hijos fueran criados como judíos. Los defensores de Pío XII resaltan que en el caso de una niña bautizada que fue reclamada por su madre judía, en 24 horas el Papa ordenó devolver la niña a la madre. La política del Papa era devolver a los niños si los reclamaban sus familiares, pero no si los reclamaban instituciones. Sin embargo, también hubo otros casos en que las peticiones de los parientes fueron rechazadas por la Iglesia, niños que retornaron a sus familias sólo después de largos años de litigios legales.

Las líneas de ratas.
"Ratlines" o "líneas de ratas", se le llama a las rutas de escape hacia el continente americano, utilizadas por criminales nazis y de otros regimenes fascistas, luego de la guerra. Una de esas líneas fue auspiciada por la Iglesia Católica. El objetivo original del Vaticano era ayudar a escapar a católicos perseguidos por los comunistas en Europa oriental. Entregaban documentos con nombres falsos a prófugos, que luego eran utilizados para conseguir pasaportes que emitía la Cruz Roja. Si bien la gran mayoría de la ayuda fue otorgada a personas que genuinamente buscaban refugio de persecusiones políticas, también fue aprovechada por criminales que huían de la justicia. Incluído el comandante del Campo de exterminio de Treblinka (donde fue asesinada la familia de mi bisabuelo). ¿Lo sabía Pio XII? Quienes lo defienden dicen que esto ocurrió sin su conocimiento ni su consentimiento. Quienes lo critican dicen que lo sabía y lo aprobaba, esperaba que los nazis y fascistas caídos en desgracia, ayudaran a combatir el Marxismo en América del Sur.

2 comentarios:

Pedro J Rodriguez Blasco dijo...

Muy buen resumen, Rubén, muchas gracias. Es un tema infinito con muchísimas ramificaciones (por ejemplo la reacción vaticana a la cancelación de las leyes raciales), pero tu resumes magníficamente el tronco principal.

rokimori dijo...

Hola Rubén. Gracias por la exposición tan detallada.

Una postura tan "tibia" como la que mantuvo la Curia y el cabeza entonces de la Iglesia Católica Pio XII, facilitó al régimen nazi operar con su maquinaria genocida. Postura que no fue tan tibia cuando los cardenales Faulhaber y Pacelli abogaron explícitamente por la esvástica. Surge la pregunta: ¿Por qué el Papa permitió esas derivas? Los historiadores parecen coincidir en que la Iglesia escogió la opción menos mala para sus intereses particulares. Fascismo o comunismo. La cristiandad era una fuerza poderosa en la Alemania del gobierno nazi. Si ellos se hubieran manifestado claramente contra el genocidio judío, el pueblo alemán no habría sido un observador impasible de las atrocidades que allí se cometieron.

La pregunta entonces es: si le hubiera importado de verdad ¿podría haber sido más taxativa la Iglesia contra el nazismo? Estoy totalmente convencido que sí. Por dos motivos.

1) Es de sobras conocido que el Vaticano cuando quiere defender un tema, punto de pista o preferencia puede llegar a ser de lo mas vehemente. Hasta convencer a pueblos y reyes para embarcarlos en sangrientas cruzadas.

2) En aquellos años hubo personas religiosas que Si denunciaron la barbarie del nazismo. Algunos clérigos católicos y protestantes lo hicieron, pero solo eran miembros de base que no seguían las directrices de sus superiores.
Una organización religiosa, con todos sus miembros sí lo hicieron. Los Bibelforscher (hoy conocidos como testigos de Jehová). Quizás por eso se ganaron tener un triángulo específico para ellos en los campos de concentración nazis. Los triángulos púrpuras.

El 18 de abril de 1998 durante una exhibición en el campo de Bergen-Belsen, el director del Centro de educación política de la Baja Sajonia, el doctor Wolfgang Scheel, reconoció: “Una de las verdades históricas más incómodas es que los testigos de Jehová rechazaron el nacionalsocialismo con mucha mayor resolución que las iglesias cristianas. [...] Prescindiendo de lo que pensemos sobre las enseñanzas y la religiosidad de los testigos de Jehová, su firmeza durante el régimen nazi inspira respeto”.

Al final pienso que la actitud de Pio XII y la Iglesia Católica hacia el nazismo se resume muy bien con el refrán popular: "El que calla, otorga"

Publicar un comentario