La llegada al poder del Imperio bizantino merma la poca estabilidad que el pueblo judío aún poseía en Galilea. Las restricciones de los derechos civiles de los judíos y la anulación de sus privilegios religiosos provoca el exilio de gran parte de la comunidad. La abolición del Sanedrín, a principios del siglo V d. C., traslada finalmente el liderago judío a las escuelas talmúdicas de Babilonia.
Al no poder ser enterrados en Israel, como era costumbre en épocas anteriores, los judíos no tienen otra alternativa que sepultar a sus muertos en la diáspora. Pero hay un problema. Según todas las profecías del Tanaj, la resurrección de los muertos tendrá lugar únicamente en la tierra de Israel. ¿Y qué sucederá entonces con los que estén enterrados fuera de Israel? Para responder a esta inquietante pregunta los sabios plantean un nuevo concepto teológico llamado, en hebreo, guilgul mejilot. Los difuntos sepultados en la diáspora rodarán por túneles subterráneos hasta llegar a la tierra de Israel. Una vez allí, participarán ellos también en la resurrección de los muertos. Un midrash de la Edad Media confirma esta creencia: "Dios les hará canales debajo de la tierra y rodarán por ellos hasta llegar al Monte de los Olivos que está en Jerusalén. Y Dios, desde lo alto del monte, abrirá un conducto para que puedan salir" (Pesikta Rabatí 31).
Aquí comenzará la resurrección de los muertos (Monte de los Olivos)
Pero esta idea presenta otro interrogante. ¿Cómo harán los judíos enterrados en la diáspora para viajar por canales subterráneos si su cuerpo se encuentra atrapado dentro de un sarcófago de piedra? La innovación rabínica del guilgul mejilot se traduce, en términos prácticos, en una modificación del método de sepultura. El pueblo judío abandona definitivamente los sarcófagos, utilizados durante la época de la Mishná y el Talmud, y comienza a enterrar a sus muertos directamente en la tierra. Sin ataúd. De esta manera, cuando llegue la era mesiánica, los cuerpos podrán realizar fácilmente el proceso de rotación subterránea, y resucitar en Israel. Actualmente, en los países cuyas leyes prohíben este sistema de enterramiento, la halajá determina que se debe construir un ataúd de madera con agujeros en la parte inferior, de tal modo que el difunto esté conectado con la tierra.
El cambio en el método de sepultura judía a lo largo de la historia es un claro ejemplo del dinamismo de la halajá. Un dinamismo que no sólo se ve reflejado en el método de enterramiento, sino también en la evolución de las creencias y costumbres vinculadas a la muerte.
Judío ultraortodoxo rezando en un tumba
Si desde la época de las escuelas talmúdicas de Babilonia, a partir del siglo V d. C., el principal método de sepultura en el judaísmo estaba relacionado con la creencia en el guilgul mejilot, el retorno del pueblo judío a su tierra y la creación del Estado de Israel (1948) han replanteado nuevamente el debate halájico en torno a este asunto.
Opinan algunas autoridades rabínicas, y con razón, que si a lo largo de la historia los judíos pudieron modificar la sepultura por motivos prácticos y religiosos, también en la actualidad es posible realizar las adaptaciones que se consideren relevantes y regresar a los métodos utilizados en el pasado. Ya que lo que se reforma, al fin y al cabo, es la técnica de enterramiento y no el concepto en sí mismo. Los soldados caídos del Ejército israelí, por ejemplo, son sepultados dentro de un ataúd cubierto con la bandera de Israel.
Entierro en ataúd de un soldado israelí
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